Introducción: definición de empoderamiento 

El empoderamiento es un concepto muy utilizado entre trabajadores de ONG, activistas, agentes del cambio y representantes de los poderes públicos. A todos nos gustaría que las personas con las que trabajamos se sintieran más empoderadas, fueran más dueñas de sus propias vidas y acabaran convirtiéndose en agentes de cambio, capaces de emprender actividades y desarrollar iniciativas encaminadas a mejorar sus comunidades. Diseñamos nuestros proyectos en torno al concepto de capacitación, pero no muy a menudo nos planteamos las preguntas más importantes: ¿Qué significa realmente la capacitación?

Como hemos visto en los capítulos anteriores, definir conceptos que parecen muy básicos y que se utilizan mucho, como comunidad por ejemplo, no es en realidad una tarea tan fácil y sencilla. Sin embargo, es de vital importancia hacer un esfuerzo y llegar a una definición operativa, porque cuanto mejor entendamos el concepto que utilizamos, más probabilidades tendremos de diseñar proyectos y actividades que tengan éxito, sean sostenibles y conduzcan al logro de los objetivos que tenemos en mente. 

Potenciar a las personas 

La definición menciona que el empoderamiento puede ser un proceso que afecta tanto a grupos como a individuos. Es importante darse cuenta de la distinción y asegurarse de que usted, como líder y educador comprometido con la creación de mejores espacios urbanos, dirige sus acciones de forma que ayude a sus participantes a lograr la capacitación en ambos niveles. 

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El empoderamiento individual significa que la persona ha tomado más control sobre su vida, dándose cuenta de cuál es su situación y las circunstancias y teniendo un plan concreto sobre cómo afrontar las limitaciones y retos que se encuentra. Para lograrlo, hay que ser muy consciente de la propia situación vital, es decir, comprender las limitaciones o dificultades derivadas del entorno socioeconómico o cultural. Una vez que las personas con las que trabajas comprenden y reconocen plenamente sus limitaciones y carencias, pueden tomar medidas y mejorar. En general, la concienciación entre tus participantes es necesaria para cada proyecto que realices, porque una vez que ellos (y tú) entiendan las necesidades, podrás dirigirlos más eficazmente para utilizar los recursos de la comunidad. 

Pero lo más importante es que los adultos con los que trabajas también se den cuenta de que tienen una POTENTIAL que puede ayudarles a crecer, para que sean conscientes de sus competencias y de otros activos que pueden utilizar para mejorar su vida. Tu papel como educador es crear un entorno y unas condiciones que ayuden a tus alumnos a ser conscientes de su potencial y a poner en práctica sus competencias, para que adquieran la confianza que les permita provocar el cambio que desean en su vida y en sus comunidades. 

Teniendo en cuenta lo anterior, el empoderamiento de la comunidad puede definirse como 

 proceso continuo intencionado centrado en la comunidad local, que implica respeto mutuo, reflexión crítica, atención y participación en grupo, a través del cual las personas que carecen de una parte equitativa de los recursos valorados obtienen un mayor acceso y control sobre dichos recursos 

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Aquí tiene una visión general de cómo son el proceso y los resultados de la capacitación individual, organizativa y comunitaria:

Es de crucial importancia tener una comprensión adecuada del empoderamiento en estos todos estos niveles diferentes pero interconectados, interrelacionados, para que las acciones comunitarias que organices estén tomando en consideración diferentes aspectos del empoderamiento. El riesgo es centrarse únicamente en el diseño de acciones dirigidas a individuos en riesgo de exclusión, lo que puede ser eficaz hasta cierto punto, pero no es muy probable que le ayude a lograr un cambio mayor y sostenible a nivel comunitario. 

Cuando construyes tus proyectos sobre la idea de que estás ahí para crear oportunidades para ellos de modo que eventualmente puedas darles el poder, te pones en una posición de dominio que subraya las debilidades de tus beneficiarios. Esto es bastante peligroso, ya que puede llevar a adoptar la actitud de yo sé mejor lo que necesitan.

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La clave para crear un entorno que apoye el camino de las personas hacia la capacitación es comprender y admitir realmente que las personas son las expertas cuando se trata de sus propias vidas. Volviendo a la definición anterior, la capacitación consiste en que las personas tomen sus propias decisiones y apliquen cambios basados en ellas. Por eso nosotros, como educadores, tenemos que asegurarnos de que las actividades o proyectos que organizamos se basan en lo que nuestros participantes realmente quieren y necesitan, no en lo que nosotros pensamos que es mejor para ellos. Esto tiene mucho que ver con desprenderse del propio ego, admitiendo que los proyectos no consisten en que diseñes grandes acciones para ellos, a quienes ves indefensos. Se trata de seguir a tus beneficiarios y darles herramientas para que logren lo que necesitan y quieren, creer en su poder y entender que el mayor éxito es cuando ya no te necesitan.

Entonces, ¿a qué te refieres?

Una vez que entienda cuáles son las necesidades de su grupo objetivo, diseñe sus actividades en consecuencia, teniendo en cuenta que la mejor forma de lograr la capacitación es a través de la participación activa. Esto significa, que también aquí debes ocuparte de establecer una dinámica adecuada, sin ponerte en la posición del experto que más sabe. Esté ahí cuando los participantes le necesiten, comparta sus habilidades y conocimientos, guíeles, pero no venga con soluciones preparadas. Si tienes la oportunidad de trabajar con los mismos grupos de beneficiarios durante un largo periodo de tiempo, comparte gradualmente responsabilidades con ellos, apoyándoles para que se conviertan en líderes o iniciadores. Y cuando llegue el momento y ya no necesiten tu apoyo, ¡celébralo!

Con todo, lo más importante que hay que entender cuando se trata de empoderamiento es la cuestión de quién es el experto cuando se trata de la vida de las personas. Muchos activistas, trabajadores de ONG y representantes de instituciones públicas inician sus actividades con una actitud equivocada, que luego les impide lograr un cambio positivo, sostenible y duradero que sea ampliamente aceptado entre los miembros de la comunidad. Esta actitud se basa en el concepto de que las personas encargadas de diseñar y ejecutar los proyectos son los expertos que mejor saben lo que la gente quiere y necesita. Empezar las actividades y diseñarlas desde esta perspectiva puede llevar a poner en marcha un proyecto que tenga algunos resultados. Sin embargo, enfocar la construcción de la comunidad desde esta perspectiva a menudo conduce a actividades poco atractivas que tienden a tener efectos a corto plazo y no producen ningún cambio real. Esto se debe a que cuando te posicionas como el experto que mejor conoce los problemas a los que se enfrenta tu comunidad y cuáles podrían ser las posibles soluciones, en muchos casos puedes estar realmente equivocado, de modo que realizas proyectos que no se basan en las necesidades y deseos reales de tu comunidad. El resultado es que las soluciones que se aplican no son muy pertinentes. Para cambiar esta situación, es necesario desarrollar un enfoque diferente que se base en la idea de que las personas son expertas en sus propias vidas: saben lo que necesitan y, si se les da espacio, oportunidades y apoyo, acabarán encontrando una solución que no sólo sea eficaz, sino también duradera y sostenible.