Espacios urbanos: retos y oportunidades
Qué es una ciudad?
Aunque parece que el concepto de ciudad no es excesivamente complicado y todo el mundo sabe intuitivamente lo que significa, nos gustaría profundizar un poco más en explorar el significado de la palabra y ver el concepto desde diferentes perspectivas.
Definición
Empecemos con una definición sencilla basada en el entendimiento común. Según el diccionario Merriam-Webster, una ciudad es “un lugar habitado de mayor tamaño, población o importancia que un pueblo o una aldea”
Ciudad.
El primer reto aquí es lingüístico. En inglés, existe una clara distinción entre a town, a city,y a village. Sin embargo, en otros idiomas, como el polaco, el alemán o el italiano, hay o bien un pueblo o bien una ciudad, y no hay nada en medio. Esto significa que una ciudad no tiene por qué ser una zona densamente poblada con un sinfín de rascacielos en el horizonte. En Dinamarca, por ejemplo, el umbral de población a partir del cual un asentamiento se considera ciudad es de sólo 200 habitantes, mientras que en los Países Bajos el mismo umbral es de 20 000 habitantes. Al mismo tiempo, en Europa tenemos enormes centros urbanos, como París o Londres.
Si a lugares tan diferentes se les puede llamar ciudades, se corre el riesgo de que el término deje de significar algo.
“Las ciudades son ricas, plenas, polifacéticas; reducir la ciudad a una definición única y polivalente no parece posible ni siquiera deseable”
La ciudad la crean sus habitantes, dentro de los límites de las oportunidades que se les ofrecen: tiene una identidad propia que es más que la suma de sus edificios. Esta identidad se compone de clima, arquitectura, cultura e historia.
Qué significa esto para nosotros, como trabajadores de ONG y activistas dedicados a hacer que las ciudades sean más sostenibles e integradoras? En primer lugar, es importante recordar que la ciudad y sus realidades siempre son creadas por las personas que la habitan, tanto si llevan generaciones viviendo en ella como si acaban de llegar. Tanto si la ciudad tiene 10 000 habitantes como si tiene más de dos millones, la clave está en comprender el poder de la comunidad, porque sin atender y escuchar a las personas que realmente viven en los espacios en los que trabajamos, no vamos a poder conseguir ningún cambio.
En esta guía vamos a proponer diferentes soluciones e ideas que pueden introducirse en las ciudades, pero no hay soluciones que se ajusten a todos los contextos. Las organizaciones con sede en una pequeña ciudad de Estonia funcionan con realidades, retos y oportunidades diferentes a las que tienen su sede en Berlín. Por eso, la clave está siempre en conocer a tu comunidad y ajustar todos los métodos e ideas a sus necesidades (para más soluciones prácticas sobre cómo trabajar estrechamente con tus beneficiarios en espacios urbanos, te recomendamos que eches un vistazo a nuestro Kit de herramientas para la evaluación de las necesidades de la comunidad).

Desafíos urbanos
Entre los objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por la ONU para 2030, destacamos el número 11:Hacer que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.Este es uno de los retos más complicados porque a medida que avance el tiempo, las ciudades serán más grandes, habrá más gente viviendo en ellas y los problemas crecerán de la misma manera. Este reto está fuertemente ligado a la migración. Por un lado, en muchos países de Europa se vive el llamado “éxodo rural”, que se refiere a la migración generalmente de jóvenes del campo a la ciudad a partir del siglo XX, que ha continuado durante el 21st. En algunos países provocó la despoblación de las zonas rurales y un crecimiento sin precedentes de las ciudades (por ejemplo, el llamado fenómeno de la “España vacía”). Por otro lado, tenemos los movimientos masivos de población a través de las fronteras, la migración internacional. La crisis económica, los conflictos armados (como el de Ucrania), el cambio climático y otras causas provocarán, sin duda, que cada vez más personas (migrantes y refugiados) se instalen en diferentes y grandes ciudades de toda Europa.
Como resultado, las ciudades no crecen simplemente en términos de superficie o población. La estructura demográfica cambia: las comunidades se hacen más diversas: ética, cultural y religiosamente. Una población más numerosa y diversa conlleva un aumento de las desigualdades: los ciudadanos con menos ingresos se ven expulsados del centro de las ciudades. Muchos barrios sufren gentrificación, lo que significa que ciertas partes de la ciudad (especialmente los lugares atractivos del centro) cambian su carácter al ser “tomadas” por personas y empresas más privilegiadas económicamente. Como resultado, los suburbios se empobrecen (en algunos casos incluso se convierten en “guetos”) y sus residentes sufren un acceso peor y más limitado a una oferta cultural y educativa de calidad, así como a espacios recreativos que suelen estar más en el centro. En este sentido, las ciudades se dividen y, en muchos casos, el barrio en el que viven las personas determina su calidad de vida.
La creciente desigualdad y diversidad cultural provoca tensiones y conflictos sociales. Las personas que llevan generaciones viviendo en una determinada ciudad y están acostumbradas a que la población sea más homogénea suelen tener dificultades para adaptarse a las nuevas realidades. Lo mismo ocurre con los inmigrantes recién llegados, que a menudo tienen dificultades para desenvolverse en un nuevo entorno que se rige por normas o formas de vida con las que no están familiarizados.
La necesidad de soluciones
Teniendo en cuenta el contexto descrito, hay que proponer muy rápidamente una estrategia para evitar que la pobreza, la contaminación, la vivienda o el transporte sigan planteando dificultades a la población.
El proceso de crecimiento acelerado de los entornos urbanos -que sólo la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria lograron detener, no en todos los lugares- ha generado entornos urbanos con notables deficiencias en materia de calidad urbana, integración social e impacto que las ciudades generan sobre el medio ambiente. Por ello, es fundamental que las ciudades afronten estos retos como propios.

Áreas de interés
Hay que impedir que aumenten las diferencias de ingresos, acceso a la educación, cultura y oportunidades profesionales.
La desigualdad se manifiesta en los entornos urbanos en una segregación espacial de la población, concentrada en zonas urbanas generalmente aisladas, mal equipadas y con bajos estándares de calidad urbana.
Los espacios urbanos deben ser accesibles para todos los ciudadanos, independientemente de su nivel de ingresos, educación o bagaje cultural. La accesibilidad en un sentido primario puede entenderse como el desmantelamiento de las barreras físicas y el ajuste de la arquitectura a las necesidades de los ciudadanos con discapacidades o limitaciones. Sin embargo, también nos gustaría promover otra visión más amplia de la accesibilidad que signifique crear espacios urbanos que hagan que las personas se sientan acogidas y animadas a participar en la vida social, cultural y económica de su comunidad.
Los núcleos de población deben volver su mirada hacia la ciudad existente y apostar por la rehabilitación de los espacios naturales y la recuperación del patrimonio. Hay que acabar con el consumo excesivo de suelo.
Los ciudadanos y las autoridades deben tender a modificar los hábitos cotidianos relacionados con la movilidad, el consumo y el uso de recursos que generan importantes impactos ambientales y reducen la calidad de vida urbana.
Debemos revisar la relación entre naturaleza y espacios urbanos, recuperando modelos más equilibrados, re-naturalizando espacios que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático. Además, hay que priorizar en la planificación urbana políticas centradas en reducir el uso del suelo, facilitar la transición urbano-natural e incorporar infraestructuras verdes y azules.
Características de una ciudad sostenible e integradora
En su libro “La ciudad bien temperada: lo que la ciencia moderna, las civilizaciones antiguas y el comportamiento humano nos enseñan sobre el futuro de la vida urbana”, Jonathan F.P. Rose, urbanista e investigador, enumera cinco características que deben cumplir las ciudades para poder prosperar con éxito de forma que sirvan tanto a la naturaleza como a los habitantes. Su trabajo se basa en la idea de que, para que nuestras ciudades se desarrollen y prosperen, necesitamos diseñar y aplicar un sistema operativo completamente nuevo que lleve a los espacios urbanos a ser resilientes, adaptables y estar en equilibrio con la naturaleza. Las características que distingue son:

Coherencia
El desarrollo de las ciudades debe basarse en nuevas estrategias que sean dinámicas, evolutivas y bien adaptadas al contexto en el que funciona la ciudad. Es necesario establecer una visión regional, una planificación integrada, una gobernanza alineada y están surgiendo soluciones basadas en pruebas, dirigidas a lograr un impacto colectivo eficaz en sus comunidades. La clave que las une es la coherencia.

Circularidad
Las ciudades tienen metabolismos: la energía, la información y los materiales fluyen a través de ellas. Necesitamos integrar el metabolismo de las ciudades en ciclos, del mismo modo que lo hace la naturaleza. No habrá agua, alimentos ni recursos naturales suficientes para todos a menos que pasemos de un sistema lineal -en el que utilizamos recursos para fabricar cosas y luego las desechamos- a sistemas circulares basados en el reciclaje.

Resiliencia
Las ciudades necesitan tener la capacidad de adaptarse y levantarse de las crisis, las dificultades y el estrés. Por el lado climático, la resiliencia comienza con edificios más verdes, añadiendo árboles, parques y jardines para utilizar la naturaleza para enfriar nuestras ciudades, absorbiendo las aguas pluviales y nuestras tensiones. Desde el punto de vista cognitivo, nuestras ciudades necesitan refugios contra la avalancha de estrés y traumas que sufren nuestros residentes. Las estrategias de resiliencia aumentan la capacidad de las ecologías físicas y cognitivas de las ciudades para adaptarse al cambio y recuperarse del estrés.

Comunidad
Los barrios en los que vivimos influyen enormemente en la calidad de nuestras vidas y en el futuro de nuestros hijos. Los barrios que integran una serie de viviendas seguras y asequibles, una educación y una atención sanitaria excelentes, opciones de transporte, parques y espacios abiertos y acceso a puestos de trabajo mejoran el bienestar de sus residentes. Si a esto añadimos unas redes sociales dinámicas y un compromiso con la igualdad, todos nuestros barrios pueden convertirse en comunidades de oportunidades.

Compasión
Cuando los individuos tratan de maximizar sus propios beneficios, los sistemas colapsan. Cuando los individuos se comprometen a optimizar sus comunidades, éstas prosperan. Esto requiere una visión del mundo que comprenda que toda la vida forma parte de un sistema interdependiente, y sólo cuando infundamos a ese sistema compasión por toda la vida progresará a través de las megatendencias. No podemos tener éxito solos. Nuestros barrios, ciudades, regiones y naciones deben reconocer que todos estamos juntos en esto. El altruismo es nuestra mayor defensa.
El papel de las organizaciones no gubernamentales
De las cinco características enumeradas anteriormente, las dos últimas – Comunidad y Compasión – parecen ser las más relevantes para nosotros como activistas de ONG que trabajamos con estudiantes adultos y que nos dedicamos a crear realidades urbanas más inclusivas y abiertas. No es posible crear una ciudad sostenible que sea un espacio para sus habitantes sin crear un sentimiento de unidad y sin tener un objetivo común que se base realmente en la compasión.
Cuando se trata de construir comunidad, nuestro papel es crucial: al organizar actividades para adultos en situación de riesgo, siempre debemos intentar incluirlos e implicarlos en la medida de lo posible. Si nuestro objetivo es el empoderamiento, nuestra obligación es crear un espacio seguro en el que se escuche a las personas, se las anime a compartir sus opiniones y se las apoye para que descubran y utilicen plenamente su potencial, pongan en práctica sus ideas y, finalmente, se conviertan en agentes de cambio que repercutan positivamente en la vida de toda la comunidad.
En cuanto a la compasión, el elemento clave es reconocer plenamente que la ciudad es algo más que la suma de sus edificios y habitantes. Las personas que viven en la ciudad, todas sus instituciones, infraestructuras y la arquitectura son elementos interdependientes. Por eso, cuando se trabaja con adultos en riesgo de exclusión y se organizan proyectos destinados a mejorar los espacios urbanos, siempre hay que tener una visión de conjunto y ser plenamente conscientes de que, sean cuales sean las actividades que realicemos, no sólo deben servir a nuestros beneficiarios o a nuestras organizaciones. Para que nuestros proyectos e iniciativas tengan pleno éxito, siempre tenemos que actuar dentro de nuestro contexto local, teniendo en cuenta las realidades, los retos y los recursos específicos para encontrar soluciones que estén en armonía con nuestra ciudad, y que estén diseñadas para hacer de ella un lugar mejor.
Por eso es de vital importancia estar abiertos a la cooperación: con nuestros beneficiarios, con otras ONG, con instituciones culturales y educativas, y con las autoridades públicas. Sin trabajar en red y aunar esfuerzos es casi imposible introducir un cambio duradero y sostenible.
Las tres características restantes – coherencia, circularidad y resiliencia – a primera vista parecen algo de lo que deberían ocuparse las instituciones y autoridades públicas. Esto es parcialmente cierto: los organismos públicos disponen, por supuesto, de más recursos y capacidades para abordar cuestiones como la planificación estratégica, la gestión de recursos o las soluciones desarrolladas como respuesta a la crisis climática. Sin embargo, nuestra voz también importa, y es nuestro papel abogar por cambios, colaborar estrechamente con las autoridades, hacer que rindan cuentas y supervisar su trabajo. Esto es algo que también deberíamos animar a hacer a nuestros beneficiarios: los estudiantes adultos en riesgo de exclusión. Tienen derecho a vivir en ciudades sostenibles, abiertas e integradoras, con acceso al empleo, la cultura, la educación y los recursos naturales. Nuestro papel es apoyarles en el proceso, animarles a hablar y, cuando lo hagan, amplificar sus voces.
El papel de los poderes públicos a nivel local
Como ya se ha mencionado, el papel de las autoridades, especialmente a nivel local, es crucial a la hora de mejorar las condiciones de vida en nuestras ciudades. Por eso es importante no sólo colaborar estrechamente con ellas, sino también entender cuáles son sus funciones y responsabilidades.
Es fundamental que cada municipio y ciudad elabore y apruebe el Plan de Acción Urbano Municipal (en adelante MUAP) -un documento estratégico local que describe las líneas de actuación del municipio, con el fin de incorporar los objetivos establecidos por la Agenda 2030-. El documento contribuye a establecer las líneas de actuación municipal y las prioridades futuras en materia de obras y servicios a realizar en la ciudad de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (en adelante ODS) establecidos en la Agenda 2030 a nivel global. El proceso de realización del PUAM es, en sí mismo, una herramienta muy útil para orientar adecuadamente dichos planes, programas y proyectos a la vez que involucra directamente a los diferentes actores relevantes tanto del municipio como de otros (administraciones) directamente desde la fase de diseño. Esto es así porque la realización del MUAP supone un proceso de comunicación directa con los diferentes agentes implicados en el desarrollo local y la propia comunicación del Plan puede generar efectos positivos para los objetivos perseguidos al presentar las diferentes actuaciones como partes integrantes de una estrategia coordinada, coherente, planificada en el tiempo y económicamente viable.
Un municipio local que comprenda los retos a los que se enfrentan las ciudades de una Europa cada vez más diversa, es un factor crucial que puede conducir a la creación de espacios urbanos más inclusivos y abiertos.

Devolver la ciudad a la gente
Un error común y fuente de dificultades cuando se trabaja con adultos en entornos urbanos, es asumir que nosotros -los trabajadores de ONG, activistas o representantes de municipios- sabemos lo que es mejor para nuestros beneficiarios. Tenemos grandes ideas, planes ambiciosos y mucha energía pero, sin embargo, nuestros proyectos no son del todo exitosos, especialmente cuando se trata de lograr un impacto sostenible y duradero en nuestros beneficiarios, es decir, los alumnos adultos en riesgo de exclusión social. Por supuesto, hay muchas razones, a menudo complejas, que explican esta situación, pero en esta guía nos gustaría subrayar una:
Nuestro papel es incluir e implicar a la gente, para que desarrollen un sentimiento de pertenencia y propiedad, para que por fin sientan que su voz importa y que ellos también pueden proponer una idea, desarrollar un nuevo concepto o poner en marcha un cambio.
Más adelante en esta publicación, tendrá la oportunidad de explorar diferentes métodos prácticos para ayudar a sus beneficiarios a reclamar su ciudad.
Buenas prácticas

Buena práctica 1:
Acciones de género en Mislata- Hacia la igualdad de género en el espacio urbano
En las secciones anteriores hemos subrayado la importancia de crear un espacio seguro y abierto a todos los residentes, independientemente de su procedencia. También hemos hablado del importante papel de las autoridades locales, que pueden mejorar la ciudad. Para hacernos una idea de cómo podría hacerse en la práctica, a continuación puedes encontrar una descripción de las iniciativas y actividades destinadas a fomentar la igualdad de género que introdujo con éxito el ayuntamiento local de Mislata (España).
Mislata cuenta desde 2018 con el Plan de Igualdad Interior del Ayuntamiento de Mislata y el Plan de Igualdad de la Ciudadanía de Mislata, por lo que, debido a la incorporación transversal del género las acciones presentadas a esta convocatoria se han desarrollado de forma coordinada y conjunta entre los siguientes departamentos municipales: Urbanismo, Movilidad, Participación Ciudadana, Tecnología e Innovación, Educación, Cultura, Infancia, Tráfico, Accesibilidad, Alumbrado Público, Servicios Municipales y Mantenimiento de Edificios, Seguridad, Servicios Sociales y Políticas de Igualdad.
Las mujeres en Mislata suponen más del 51% de la población, si a esta cifra le sumamos que son mayoritariamente mujeres, entre el 60 y el 70%, las que hacen uso de los servicios que prestan los Servicios Sociales, podemos indicar que el hecho de que se mejoren los espacios y equipamientos públicos en este ámbito redunda directamente en una mejora de su atención, ya que son las principales gestoras de ayudas y prestaciones sociales, no sólo a nivel personal, porque como mujeres son más vulnerables a la pobreza y a la precariedad de ingresos, sino también a nivel familiar porque gestionan estas prestaciones y ayudas en nombre de la familia.
Muchas de las ayudas y prestaciones sociales afectan a las esferas reproductivas y de cuidados que siguen siendo asumidas por las mujeres, como por ejemplo: becas para comedores y escuelas infantiles, ayudas para familias monoparentales, cheques bebé, etc.